Buscando en la red encontramos hace unos días poesía en una página rota. Rectifico, rota no. Se trataba de una página o blog abandonado a propósito. Abandonada por respeto y por amor al esfuerzo realizado.

Alguien que decide quitar la vida de un familiar querido o la del animal que le ha acompañado durante más de una década para que éste no siga sufriendo, lo hace con toda la pena y el desgarro del mundo. ¿Podría suceder lo mismo -en su justa medida y proporción- con un proyecto en internet, una página o un blog?.

Es inimaginable la enorme cantidad de basura que existe en la red: contenidos obsoletos, contenido duplicado, errores, páginas secundarias, links falseados, metadatos… una ingente cantidad de contenido inservible que consume, confunde y entorpece. Se podría decir que la energía que desperdician estos “no-contenidos” es la que quizás falte a otros proyectos válidos e interesantes para sobrevivir. El epitafio de este autor anónimo nos transmite que cualquier lugar es mejor que ese vertedero global, incluido ese Hades digital a donde nos lleve la muerte.

Sólo al cabo de muchas horas y en pocas, muy pocas ocasiones, encontramos luz en internet. La muerte de una web siempre será oscuridad, pero incluso el negro sobre negro -como aquel de Malevich- puede ser perfecto, bello y luminoso. Éste era el epitafio de aquella anónima página, la cual no nos sentíamos capaces de cerrar de la emoción:

«Los tiempos se han vuelto duros y ha llegado la hora de dar descanso a esta web.

Descanso porque otras webs que nada ofrecen han conseguido enterrar a ésta en el olvido. Descanso porque los que fueron los propósitos iniciales de este proyecto, hoy se han vuelto inapropiados. Descanso porque no puedo más con tal cantidad de spammers, insultos y maldad.

Descanso por un mañana mejor».