Hace unas semanas describíamos con detalle en el artículo titulado “Los mármoles de la ministra” la falta de criterio y, como consecuencia, las cantidades derrochadas en el Ministerio de Medio Ambiente, Rural y Marino en unos aseos de gran lujo de a 2.650€ el metro cuadrado. Podría parecer un atraco fortuito, casual y aislado. Podría parecer incluso un error de transcripción, algo futil que no debería trascender y mucho menos preocupar al ciudadano. Nada más lejos de la realidad. Los casos de derroche público -da igual lámparas que mármoles, que haya crisis o que caguemos oro- son continuos. Debemos tener en cuenta una cosa: los ceros a la derecha no son erratas, son alevosas y premeditadas potencias de diez.
Vamos a hablar a continuación, no de uno, sino de dos casos de adquisición de elementos de mobiliario de hiperlujo dentro de sendos proyectos para reforma de edificios públicos por parte de dos organismos: el Ministerio de Cultura y el Banco de España. Estos ostentosos y prohibitivos productos que son las luminarias y lámparas de diseño, deberían comprarse de modo separado para que el contribuyente supiera qué cantidad estricta ha costado un proyecto y después -de modo independiente- pueda analizar la factura de lo que dicho organismo se ha gastado en postits de seda, grapadoras de platino o luminarias de miles de euros la unidad. A continuación explicaremos con detalle los dos casos mencionados:
Caso A: el penthouse del Museo Nacional de Arte Reina Sofía
La siguiente gran obra, después de la costosísisma y reciclada actuación de Jean Nouvel (solamente compárense los proyectos de Madrid y Lucerna) en el entorno del Museo Nacional Reina Sofía es la reforma integral de la última planta del edificio antiguo, también llamado “de Sabatini”. Si este lavado de cara, que ha costado nada menos que 5.883.728 €, era necesario o no es algo en lo que en el limitado espacio de este texto no podemos entrar a valorar con rigor. Nosotros, que estuvimos allí viendo la situación de los sufridos funcionarios, diríamos un rotundo “DESDE LUEGO QUE NO“, pero quien quiera (o pueda) que juzgue.
He aquí un par de imágenes en las que se puede ver un ambiente de trabajo absolutamente insalubre e invivible para cualquier ser humano: luz natural cenital, suelo radiante, estores mecanizados, generosas mesas de dibujo y tabiquería movil. Algo digno de la peor factoría algodonera de los suburbios de Bengala.
Para hacer posible que los altos cargos del Museo puedan desempeñar sus labores, el Ministerio de Cultura ha empezado por adquirir para ellos unas luminarias de super-lujo, ya que -como es sabido por todos- con luminarias normales no se puede trabajar. El pdf adjunto (click aquí para ver) es un extracto de tres páginas del listado de mediciones y presupuesto de este proyecto, más en concreto del capítulo de “Mecanismos y luminarias”. En ellas se pueden ver lámparas de varios tipos que rondan desde los 650 a los 870 €. de precio, a los cuales ya les hemos añadido el 18% de IVA.
Nombres como Y Light, Le Perroquet, Anyway o Midiline eran nombres desconocidos hasta que han empezado a dejar profundas heridas en nuestras esperanzas y en nuestro bolsillo. Sin embargo el nombre que nos costará olvidar es el de Microlight 50, esa lámpara de la firma Deltalight, para algunos un “artilugio que va metida en el techo”, para otros algo de lo que depende su vida, pero que a todos nos cuesta 1.780 euros la unidad, impuestos incluidos. Esa cifra es la la de dos meses de sueldo de muchos ciudadanos que se sentirían muy indignados si supieran que 18 de estas piezas se utilizarán para iluminar los pasillos de esta 5ª planta. Total de la partida: 32.000 €. Sabatini no deja de removerse en la tumba al escuchar que este proyecto se gasta 428.000 € solamente en luminarias, más dinero incluso que en electricidad (que es un capítulo aparte), pavimentos o carpintería. Como es por todos sabido, en una reforma interior lo más importante son las lámparas, en especial en unos espacios que poseen luz natural gracias a los enormes lucernarios de cubierta. Y es que sin unas buenas lámparas como éstas no hay quien trabaje.
Caso B: los despachazos del Banco de España en la Gran Vía de Madrid
Quizás más sangrante y doloroso que el anterior. El Banco de España sacó a licitación recientemente sendas obras de reparación y reforma interior por un valor total de 3.858.600 euros. En la página 191 del documento correspondiente a las mediciones y presupuesto podemos ver en la partida “12.05.10” cómo se incluyen en el Proyecto de Ejecución 15 luminarias del modelo Artichoke 840, diseñadas por Poul Henningsen y comercializadas por la exclusiva firma Louis Poulsen, cuya ficha comercial adjuntamos en pdf. Al salir esta obra a concurso el Banco de España pretendió ocultar el valor de las cosas ofreciendo al público un “presupuesto ciego”, es decir, unas mediciones exactas pero sin precios a la vista, con el fin último de lograr mayor competencia entre las empresas y obtener así ofertas más beneficiosas.
No descansaremos en destapar estos agujeros en los que el dinero de todos se escapa para beneficio de los de siempre. En la siguiente página: http://sesiluminaciontest.com/louis-poulsen-ph-artichoke-840-mm-o-205w.html -una de tantas tiendas de iluminación de cierto nivel, ésta en concreto de Valladolid- se puede comprobar el precio de esta baratija: 7586,05 que con su IVA alcanza los 8951,54 €. Si este dato no hubiese sido borrado del documento al que hemos tenido acceso, sería más facil descubrir que el Banco de España se ha gastado en quince de estas preciosas lámparas la friolera de 134.273 €. En otras palabras, más de 22 millones de esa peseta a la que cualquier día volvemos.
¿Quién supervisa y aprueba estos proyectos?. ¿A qué estudios o arquitectos se les permite inflar sus honorarios con estos derroches?. Hay que tener en cuenta que si el estudio Paredes-Pedrosa cobra un 7 o un 8% del presupuesto, está obteniendo -en el caso del Banco de España- nada menos que 9.103 € solamente por ir al catálogo de turno y elegir unas cuantas lámparas, objeto ya fabricados, ensayados y descritos. Y si les dejan elegir la más cara de la serie, mejor para todos.
Terminaremos señalando un pequeño detalle: estamos de acuerdo en que los organismos públicos gasten una importante cantidad de dinero en iluminación de espacios emblemáticos y expositivos. Que las obras expuestas en el Reina Sofía o el patio de operaciones del Banco de España se ambienten con estupendos proyectos de iluminación, acústica o acabados es algo que nos parece correcto e incluso necesario. Al fin y al cabo son espacios históricos, accesibles al público y que de algún modo u otro TODOS PODREMOS DISFRUTAR. Estos lugares de los que hemos hablado no se pueden visitar. Son solamente para los grandes funcionarios, para los jerifaltes que el gobierno de turno ponga en esas mesas. No acabaremos este artículo con moralejas, consejos o recetas de qué hacer frente a estos abusos e indecencias, sino con las palabras del padre de una vieja amiga: “Se fusila poco“.