zonas_horarias

-1 UCT

En estos tiempos que corren los países periféricos de la Unión están harto devaluados y en el punto de mira de la agencia de (des)calificación de turno. Llámense Grecia, Irlanda, España, Portugal o Italia. Parece ser que ninguno se libra de la repulsión social y económica que viven, como si de una fuerza centrífuga se tratara, mientras Alemania, Austria, Francia, Suiza y Dinamarca viven en el cómodo centro en el que nada se mueve ni desestabiliza. Pero nos hacemos eco de otra topología perturbadora que no es polar sino (abstractamente) lineal y que ordena el planeta de derecha a izquierda según el sol barre el gráfico del taimado Mercator.En estos tiempos que corren los países periféricos de la Unión están harto devaluados y en el punto de mira de la agencia de (des)calificación de turno. Llámense Grecia, Irlanda, España, Portugal o Italia. Parece ser que ninguno se libra de la repulsión social y económica que viven, como si de una fuerza centrífuga se tratara, mientras Alemania, Austria, Francia, Suiza y Dinamarca viven en el cómodo centro en el que nada se mueve ni desestabiliza. Pero nos hacemos eco de otra topología perturbadora que no es polar sino (abstractamente) lineal y que ordena el planeta de derecha a izquierda según el sol barre el gráfico del taimado Mercator.En estos tiempos que corren los países periféricos de la Unión están harto devaluados y en el punto de mira de la agencia de (des)calificación de turno. Llámense Grecia, Irlanda, España, Portugal o Italia. Parece ser que ninguno se libra de la repulsión social y económica que viven, como si de una fuerza centrífuga se tratara, mientras Alemania, Austria, Francia, Suiza y Dinamarca viven en el cómodo centro en el que nada se mueve ni desestabiliza. Pero nos hacemos eco de otra topología perturbadora que no es polar sino (abstractamente) lineal y que ordena el planeta de derecha a izquierda según el sol barre el gráfico del taimado Mercator.

Además de esa discriminación por estar en la corona exterior de Europa, debemos afrontar sin remedio el tópico del español legañoso que comienza a trabajar tarde, come más tarde aún, y después de una siesta su jornada laboral finaliza vaya a saber usted a qué hora. Chocamos con el estiloso noruego trajeado, que almuerza a las 9:00, come a las 12:30 y disfruta de una tarde con su familia, mientras le atusa el pelo un gélido viento con aroma a fiordo. Imagino que no serán muchos los noruegos que sepan de la existencia de Franco, pero de ese topicazo -como de otras muchas cosas más importantes- también hay que echarle la culpa.

El 16 de marzo de 1940 a las 23 horas se adopta como hora oficial la UTC+1, adelántandose una hora el horario de Greenwich que estaba vigente desde el 1 de enero de 1901. Así decía el comunicado nº A01675-01676 del gobierno franquista:

“Considerando la conveniencia de que el horario nacional marche de acuerdo con los de otros paises europeos, y las ventajas de diversas órdenes que el adelanto temporal de la hora trae consigo”.

La zona horaria de Europa Occidental (WET) se sustituye por la zona horaria de la Europa Central (CET), un absurdo cuyo único objetivo era coordinar la hora con la Alemania de Hitler y la Italia de Mussolini. Y pese a que en el artículo 5 de la orden se vislumbra que es un cambio temporal, sorprendentemente así seguimos en el siglo XXI: acoplados al Eje fascista y potenciando el bostezo y el trabajo vespertino.

Así que el tópico no es tal. Es una imposición de un convenio poco adecuado. Mientras que un individuo de Vardø, pintoresco rincón noruego con coordenadas (70.370157, 31.111557) disfruta de la puesta de sol el día del solsticio de verano a las 17:39 hora solar, una vecina del pueblo de Touriñán (43.038015, -9.27092) lo hace a las 20:20, que en horario oficial serán las 22:20. Es decir, 2 horas y 41 minutos después a los que se restan 12 minutos para la corrección por diferencia de latitudes. Como se puede ver, la diferencia en longitudes es [31.11 – (-9.27)] = 40.38º (!!) de distancia angular entre dos puntos que tienen la misma hora oficial. La circunferencia dividida entre las 24 horas nos da una estimación de que cada 15º deberían tener su hora propia, pero esta cifra casi se acerca a 3 husos horarios apretujados en uno sólo, que dejan a España como si fuera un extremo occidental de Europa Central, cuando lo natural es que nos correspondiese el mismo horario que Inglaterra, Portugal o Irlanda.

Volver a tener un horario -1 UCT -aunque sea más de 70 años después- sería lo adecuado para que las diferencias solares con nuestros vecinos europeos fueran menos agresivas. Dado que la Unión no puede tener una franja horaria única, qué menos que los tres husos horarios en los que se reparte se adapten lo más fielmente al trazado geográfico de los países. Dado que en las próximas décadas iremos viendo cómo las diferencias entre unos y otros se hacen cada vez mayores, intentemos que algo tan inmanente como el sol no se sume al grado de industrialización, a las etnias o a las religiones de las naciones como elementos de segregación.

Gráfico actual  de las zonas horarias de la Unión Europea.

Además de esa discriminación por estar en la corona exterior de Europa, debemos afrontar sin remedio el tópico del español legañoso que comienza a trabajar tarde, come más tarde aún, y después de una siesta su jornada laboral finaliza vaya a saber usted a qué hora. Chocamos con el estiloso noruego trajeado, que almuerza a las 9:00, come a las 12:30 y disfruta de una tarde con su familia, mientras le atusa el pelo un gélido viento con aroma a fiordo. Imagino que no serán muchos los noruegos que sepan de la existencia de Franco, pero de ese topicazo -como de otras muchas cosas más importantes- también hay que echarle la culpa.

El 16 de marzo de 1940 a las 23 horas se adopta como hora oficial la UTC+1, adelántandose una hora el horario de Greenwich que estaba vigente desde el 1 de enero de 1901. Así decía el comunicado del gobierno franquista:

“Considerando la conveniencia de que el horario nacional marche de acuerdo con los de otros paises europeos, y las ventajas de diversas órdenes que el adelanto temporal de la hora trae consigo”.

La zona horaria de Europa Occidental (WET) se sustituye por la zona horaria de la Europa Central (CET), un absurdo cuyo único objetivo era coordinar la hora con la Alemania de Hitler y la Italia de Mussolini. Y pese a que en el artículo 5 de la orden se vislumbra que es un cambio temporal, sorprendentemente así seguimos en el siglo XXI: acoplados al Eje fascista y potenciando el bostezo y el trabajo vespertino.

Así que el tópico no es tal. Es una imposición de un convenio poco adecuado. Mientras que un individuo de Vardø, pintoresco rincón noruego con coordenadas [70.370157, 31.111557] disfruta de la puesta de sol el día del solsticio de verano a las 17:39 hora solar, una vecina del pueblo de Touriñán [43.038015, -9.27092] lo hace a las 20:20, que en horario oficial serán las 22:20. Es decir, 2 horas y 41 minutos después a los que se restan 12 minutos para la corrección por diferencia de latitudes. Como se puede ver, la diferencia en longitudes es [31.11 – (-9.27)] = 40.38º (!) de distancia angular entre dos puntos que tienen la misma hora oficial. La circunferencia dividida entre las 24 horas nos da una estimación de que cada 15º deberían tener su hora propia, pero esta cifra casi se acerca a 3 husos horarios apretujados en uno sólo, que dejan a España como si fuera un extremo occidental de Europa Central, cuando lo natural es que nos correspondiese el mismo horario que Inglaterra, Portugal o Irlanda [1].

Volver a tener un horario -1 UCT -aunque sea más de 70 años después- sería lo adecuado para que las diferencias solares con nuestros vecinos europeos fueran menos agresivas. Dado que la Unión no puede tener una franja horaria única, qué menos que los tres husos horarios en los que se reparte se adapten lo más fielmente al trazado geográfico de los países. Dado que en las próximas décadas iremos viendo cómo las diferencias entre unos y otros se hacen cada vez mayores, intentemos que algo tan inmanente como el sol no se sume al grado de industrialización, a las etnias o a las religiones de las naciones como elementos de segregación.

Gráfico de las zonas horarias de la Unión Europea

Además de esa discriminación por estar en la corona exterior de Europa, debemos afrontar sin remedio el tópico del español legañoso que comienza a trabajar tarde, come más tarde aún, y después de una siesta su jornada laboral finaliza vaya a saber usted a qué hora. Chocamos con el estiloso noruego trajeado, que almuerza a las 9:00, come a las 12:30 y disfruta de una tarde con su familia, mientras le atusa el pelo un gélido viento con aroma a fiordo. Imagino que no serán muchos los noruegos que sepan de la existencia de Franco, pero de ese topicazo -como de otras muchas cosas más importantes- también hay que echarle la culpa.

El 16 de marzo de 1940 a las 23 horas se adopta como hora oficial la UTC+1, adelántandose una hora el horario de Greenwich que estaba vigente desde el 1 de enero de 1901. Así decía el comunicado del gobierno franquista:

“Considerando la conveniencia de que el horario nacional marche de acuerdo con los de otros paises europeos, y las ventajas de diversas órdenes que el adelanto temporal de la hora trae consigo”.

La zona horaria de Europa Occidental (WET) se sustituye por la zona horaria de la Europa Central (CET), un absurdo cuyo único objetivo era coordinar la hora con la Alemania de Hitler y la Italia de Mussolini. Y pese a que en el artículo 5 de la orden se vislumbra que es un cambio temporal, sorprendentemente así seguimos en el siglo XXI: acoplados al Eje fascista y potenciando el bostezo y el trabajo vespertino.

Así que el tópico no es tal. Es una imposición de un convenio poco adecuado. Mientras que un individuo de Vardø, pintoresco rincón noruego con coordenadas [70.370157, 31.111557] disfruta de la puesta de sol el día del solsticio de verano a las 17:39 hora solar, una vecina del pueblo de Touriñán [43.038015, -9.27092] lo hace a las 20:20, que en horario oficial serán las 22:20. Es decir, 2 horas y 41 minutos después a los que se restan 12 minutos para la corrección por diferencia de latitudes. Como se puede ver, la diferencia en longitudes es [31.11 – (-9.27)] = 40.38º (!) de distancia angular entre dos puntos que tienen la misma hora oficial. La circunferencia dividida entre las 24 horas nos da una estimación de que cada 15º deberían tener su hora propia, pero esta cifra casi se acerca a 3 husos horarios apretujados en uno sólo, que dejan a España como si fuera un extremo occidental de Europa Central, cuando lo natural es que nos correspondiese el mismo horario que Inglaterra, Portugal o Irlanda [1].

Volver a tener un horario -1 UCT -aunque sea más de 70 años después- sería lo adecuado para que las diferencias solares con nuestros vecinos europeos fueran menos agresivas. Dado que la Unión no puede tener una franja horaria única, qué menos que los tres husos horarios en los que se reparte se adapten lo más fielmente al trazado geográfico de los países. Dado que en las próximas décadas iremos viendo cómo las diferencias entre unos y otros se hacen cada vez mayores, intentemos que algo tan inmanente como el sol no se sume al grado de industrialización, a las etnias o a las religiones de las naciones como elementos de segregación.

Gráfico de las zonas horarias de la Unión Europea

One Comment

  1. Minitortilla

    Como nos adelanten la vida una hora a los españoles nos vamos a cagar en todo. Ir por detrás del mundo es parte de nuestra identidad.

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