– ¿No sabe usted, Teniente, que en la ciudad árabe de Córdoba había dos millas de alumbrado por las calles cuando Londres era un villorrio?.
– Si, entonces érais grandes.
– De eso hace ya nueve siglos.
– Es hora de que volváis a serlo, Mi Señor.
– Por eso mi padre declaró esta guerra a los turcos. Mi padre, Señor Lawrence, no los ingleses. Pero mi padre es viejo y yo… yo suspiro por los lejanos jardines de Córdoba.