Cuando aún éramos estudiantes, el profesor Enrique Bardají propuso plantear nuestro ejercicio de Proyectos Urbanos en Vallecas para el concurso de urbanismo Emilio Larrodera convocado por el Colegio de Arquitectos de Madrid. En unos años en que imperaba la moda de imitar las publicaciones de los concursos europeos de vivienda, decidimos probar el camino del trabajo intelectual sin condiciones, el del esfuerzo sin límites. Nuestra propuesta es dura de digerir, no gustó a algunos profesores, pero fuimos logrando mantenernos lejos de modas gráficas y teóricas que hoy ya han pasado al olvido de las estanterías.
El resultado fue la máxima calificación de curso de ese año y un tercer premio en el concurso mencionado, que además nos proporcionó un inmediato encargo particular por parte del estudio Enrique Bardají y Asociados para ese mismo verano. Intervinieron también en este trabajo Rosa Mº Fraga, Octavio Tarancón y un estudiante italiano de intercambio al que llamábamos Aiva.
En cuanto al proyecto, éste consiste en una alternativa a la parte más hiriente del ensanche de Vallecas cuando acababa de ser redactado, esto es, el sector que se introduce en la villa desde la zona llamada de las Barranquillas. Aquí las enormes manzanas cerradas del plan parcial se van diluyendo en piezas dobles de bloques de viviendas que van variando en forma, uso y posición para enriquecer el espacio urbano conseguido: duro, seco, racional, matemático, quizás un tanto marcial para el couché de las revistas. El trazado de una primera fase de la ampliación se completó con unos proyectos escogidos: uno de los ejes principales de salida de tráfico rodado del barrio de Vallecas y una de las plazas peatonales imbricadas entre la edificación.