Pese al camino andado, no olvidamos los días de estudio y aprendizaje. Terminaba la década de los 90, moría el siglo y “crisis” no significaba nada para nadie. Resultaba sencillo encontrarse con profesores que renegaban de la capacidad de herramientas informáticas para producir buena arquitectura. Era aquella época los renders sin contraste, pixelados y de colores vivos e irreales… pero con la escuadra y el cartabón siempre a mano por si acaso.
Solíamos pasarnos entre nosotros cds con cosas como Corel Draw, Microstation o Acdsee y, aunque ya se empezaban a ver resultados asombrosos e interesantes, se daba todavía más valor a una lámina o un plano dibujado a mano. Todos hablaban de la frialdad de los precisos dibujos generados por una impresora; y no les faltaba razón. Aún hoy, muchos colegas nuestros, se resisten a aparcar del todo el lápiz, el papel de croquis y el pegamento.
Lo mismo se puede decir de las maquetas. Estos son unos ejemplos de cómo el corcho barato (1) dio paso a unos primeros modelados sin perspectiva (2), mientras en clase nos aullaban pidiendo volver a las maquetas de madera y cartón pluma que transportábamos entre dos y que apenas cabían por las puertas del Metro. Ahora todos ellos desean interiores mágicos y espectáculos de fotorrealismo (3) en sus presentaciones que no saben hacer.
(1) Maqueta de poliestireno; (2) renderizado con Autocad r14 de la Maison Saboye; (3) complejo Amazon en Seattle.
Pero ahora nadie en su sano juicio se atrevería a cuestionar que el software específico para arquitectura, ingeniería y diseño ha revolucionado la profesión. Para lo malo y para lo bueno. Ha cambiado la forma de trabajar, ha simplificado procesos y ha mejorado nuestra productividad, aunque aún estemos lejos (muy lejos) de alcanzar el mito que muchos clientes creen real: que disponemos de algún programa de esos con un montón de botones, en los que hay uno de ellos que, al hacer clic sobre él, salen las copias de los proyectos por la impresora. Incluso hace poco alguien nos dijo (a la cara) que pensaba que los arquitectos sólo hacíamos unos dibujos a mano y que el resto de agentes de una obra o proyecto se encargaban del resto. Chaaaaachi.
Sin embargo, no todo el monte es orégano y esta revolución de software ha traído consigo limitaciones para nuestro ejercicio profesional. Los programas que nos facilitan el trabajo son demasiado costosos como para pagar por ellos cuando se está iniciando la actividad profesional o cuando la carga de trabajo es pequeña. Estamos hablando de programas que valen varios miles de euros y cuya amortización sólo es posible mediante una cantidad de trabajo que, a día de hoy, parece muy difícil de conseguir para un estudio de arquitectura en España.
Tras años de bonanza y frenesí constructivo, los estudios de arquitectura han sido, en general, incapaces de adaptarse a los nuevos tiempos. Sus estructuras laborales, al margen muchas veces de toda legalidad, son la punta del iceberg de la podredumbre empresarial que demuestra una nula capacidad de reconversión del sector hacia estructuras dignas y sostenibles. En el caso del software el problema es mayúsculo, ya que de un complemento ha pasado a ser una necesidad.
Eso significa que fueron años empleando determinados programas estándar, pagando licencias desproporcionadas o directamente obteniendo el software a través de la piratería. Años aprendiendo estos programas y disponiendo de copias pirata para disfrutarlos desde la ilegalidad de la noche. Y después yendo a cursos de formación para conocerlos, comprándolos y aborreciéndolos. Es tanto el esfuerzo y la inversión de tiempo que muchos no están dispuestos a cambiar. Por este motivo y, anticipándonos a un largo futuro, desde siempre hemos utilizado software que hemos podido pagar o que directamente es gratuito o libre. Nosotros no vamos a animar ni defender la sostenibilidad de contenidos de un sistema que de entrada aborrecemos; simplemente contamos cómo nos las apañamos.
No actuamos solamente por el ahorro que supone no gastarse un euro en aplicaciones, sino también por la justicia y la gratitud hacia alternativas de software libre que están deseando ganar usuarios y que se desarrollan gracias al esfuerzo comunidades y personas generosas que invierten su tiempo desinteresadamente con la convicción de crear un futuro en el que el dinero no sea de nuevo la barrera entre una parte del mundo y la otra.
En primer lugar, nosotros mismos montamos nuestras tarjetas gráficas, nuestros discos duros, nuestros drivers y nuestra red. Instalamos lo que queremos y cuando queremos, sea un programa recién descubierto o una Custodius. Y a continuación desterramos a Microsoft con una sola palabra: CAELINUX. A la mierda.
Interfaz del programa Salome para CAE-CAD funcionando en Ubuntu.
En cuanto a las alternativas al todopoderoso AutoCAD que domina el mundo la preferida para nosotros es el Bricscad, un programa de dibujo totalmente basado en su hermano mayor, pero con un coste muy muy inferior. Esta alternativa es relativamente asequible en precio y además corriendo bajo Linux. Otra alternativa muy interesante es Draftsight, con una interfaz muy Autocad. Lo peor del programa es la configuración de la impresión, algo que tampoco nos importa demasiado. Lo mejor: el precio: cero euros. No se trata de software libre pero Dassault Systemes, empresa desarrolladora también de Solid Works, lo pone a disposición del mundo totalmente gratis a través de una licencia individual.
Con respecto al imagen las alternativas a Adobe son múltiples y variadas. Quizás la más famosa y estable sea GIMP, un programa libre que nos permite hacer todo tipo de retoques de imagen al mismo nivel que el Photoshop. Hay un primer problema que es el de una interfaz y una mecánica de trabajo bastante diferente. El cambio brusco de Photoshop a GIMP es como poco cruento. Funciona bajo Linux también y no sirve utilizar el Wine. Mencionamos también el Pinta, una cosa sencilla que permite retoques de imagen rápidos y ajustes sencillos.
La alternativa por excelencia para el modelado en 3D es SketchUp, un sencillo programa antaño desarrollado por Google que en un principio nació para poder ir levantando las versiones 3d de los millones de edificios del mundo en su Google Maps. Actualmente su desarrollo corre a cargo de la empresa Trimble y, aunque continua existiendo una versión gratuita, la versión pro ya se ha puesto por las nubes. Merece la pena mencionar uno de los plugins más alucinantes que hemos visto y probado: el 4D Virtual Builder. Una captura:
Captura de presentación de SketchUp con 4D Virtual Builder.
Otra alternativa 3d es Blender, programa bastante cercano al 3dStudio que, al igual que éste, también requiere un esfuerzo de aprendizaje enorme. No se necesita un ordenador para juegazos, con una tarjeta gráfica medianamente buena se puede mover un modelo grande sin demasiado problema.
De cara a la maquetación y el montaje de láminas o publicaciones usamos Inkscape, que vendría a ser la alternativa al antiguo CorelDraw o al Illustrator de Adobe. Inkscape es un programa sencillo y fácil de manejar. Verdaderamente no echamos de menos el Illustrator, esta alternativa nos soluciona todo lo que le pedimos. También encontramos muy útil Scribus, que vendría a sustituir al InDesign, aunque quizás sí esté todavía un poquito verde en comparación.
Cálculo de estructuras, eso que los arquitectos no sabemos hacer. Aún no conocemos nada más potente que el SAP y su cálculo plástico monitorizado. Intentamos apañarnos como podemos con hojas de cálculo y las versiones gratuitas que los de Computers and Structures sacan de vez en cuando, con limitación de nudos y lentas a más no poder, pero es lo que hay. De Cypecad ni hablamos porque los precios que tiene son absolutamente prohibitivos (3.582€ solamente la parte de hormigón). El cálculo manual se puede hacer perfectamente con hojas de cálculo de Libre Office o Open Office, ambos programas libres, gratuitos y compatibles con Linux. Reconocemos que cuesta muchísimo montar tablas desde el principio para cada caso de comprobación, pero no existe nada más fiable que lo que cada uno se guisa.
Ejemplo de cálculo de cargas térmicas, potencias y caudales mediante hoja de cálculo de OpenOffice.
Cálculo de instalaciones, mediciones, presupuestos, contabilidad y planificación: cosas que por supuesto tampoco sabemos hacer. De modo parecido hemos tenido que ir implementando año tras año hojas de cálculo para poder realizar las mediciones y los presupuestos con mayor facilidad, pues tampoco encontramos una alternativa libre al Presto y mucho menos al Arquímedes de Cype y a sus bases de precios capadas.
Aquello de “cualquier tiempo pasado fue mejor” no se aplica a nuestra actividad. La vida ahora es más cómoda. Llegamos más lejos y lo que hacemos lo hacemos mejor y con estas alternativas vamos resolviendo los encargos que nos llegan sin necesidad de recurrir a costosos programas que tardaríamos años en amortizar. Hay un momento en el que, aunque cueste una barbaridad, es necesario cambiar.