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La fabada que ronronea

Fabada asturiana, hmm… Después de que la niebla del Macizo Central Asturiano se te meta en los huesos, después de ocho horas de marcha feroz, calambres, sed y el temor a la oscuridad del ocaso, hay algunas cosas que pueden llegar a hacer que el cielo se abra camino hacia la tierra. Estamos seguros que una de ellas es una abundante fabada, caliente y generosa. Reconociendo que en Pedroveya, una aldea al este del pueblo de Villanueva, se come una de las mejores de la galaxia, vamos a transcribir aquí la receta con la que hemos intentado imitar esa gran maravilla, y con la que pretendemos disfrutar a lo largo de este otoño e invierno que vienen.

Ingredientes para 6 personas o para 4 rapaces muy hambrientos:

  • 500-700 g. de fabes de la tierra
  • 2 chorizos bien rojos
  • 2 morcillas pequeñas
  • 1 punta de jamón de 100-150 g.
  • 1 zaragallo de lacón curado con su corteza de unos 300 g.
  • 1 taco de tocino curado o rancio, o bien una cucharada de unto (opcional)
  • 3 o 4 hebras de azafrán
  • agua
  • sal

Se ponen las fabes en agua la víspera, cubriéndolas generosamente porque aumentan de tamaño y absorben gran cantidad. Se ponen también el jamón y el lacón o el tocino (si éste último es muy fuerte de sabor) en agua para evitar el exceso de sal. Se colocan en abundante agua (distinta de la de por la noche) a fuego medio, sin sal, hasta que rompa a hervir. Cuando hierva a borbotones se escurre el agua y se deja que las fabas se enfrían un poco y sequen. Una vez escurridas y templadas, se vuelven a poner en agua, esta vez ya en una buena cazuela o puchero no demasiado alta, gruesa, si es de barro mejor, y se incorporan el jamón, el lacón y el chorizo, colocando las piezas más duras en la parte inferior. Una vez colocado, se pone a fuego bajo durante 3/4 de hora, contemplando tapar parcialmente si la fuente de calor es eléctrica. Es importante no subir el fuego ya que se corre el riego de que las alubias se despellejen, se rompan y se deshagan.

Una vez transcurrida la primera hora, se prueba, se sala si es necesario, se introduce la morcilla y se añade tocino si se elige utilizar este ingrediente. Se retira un vaso del propio caldo y se hace una infusión con las hebras de azafrán añadiéndola a la cazuela en cuanto esté lista. Es también posible añadirle algo de pimentón dulce al gusto, pero hay que ser prudentes porque los chorizos suelen dar mucho sabor. De aquí en adelante faltaría completar una cocción de entre 60 y 90 minutos, dependiendo del tamaño, procedencia y dureza de la legumbre, pero debe seguir haciendose a fuego bajo y vigilando que no falte agua, pero viendo cómo el caldo se vuelve cada vez más espeso y opaco.

Finalmente, lo ideal es esperar que esta fabada repose una media hora retirada del fuego o se puede preparar para tomar algunas horas después, incluso al día siguiente, que es como mejor se disfruta. Opcional, pero muy recomendable es acompañar la espera con un queso de la Chivita y sidra muy fría.

Como curiosidad que está bien traer aquí, hemos leído que antes de la conquista de América este fabuloso plato se preparaba con habas secas. Conforme se fue sustituyendo el haba por la alubia americana cultivada en la Península, “lo delicioso se tornó sublime”.

Licencia Creative Commons
‘La fotografía de la Pradera de las Segadas en el Concejo de Torce’ es contenido original. Fue publicada por primera vez por palotes arquitectura y se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported

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